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viernes, 19 de octubre de 2007

Vidas de princesas


La utilización del término "princesa" en las chicas que buscan adelgazar utilizando la anorexia y la bulimia como peligrosos recursos para lograr su meta me ha hecho reflexionar. Todas cuando somos niñas jugamos con un mundo de fantasías, soñamos con el amor de un "príncipe azul" y anhelamos escuchar un ...y vivieron felices para siempre. Todas internalizamos desde la más tierna edad -y gracias a unos cuentos de hadas que en el fondo no son nada inocentes- que la princesa es bella, perfecta y, por analogía platónica, buena por naturaleza. Ninguna quiere ser la bruja o la hermanastra, todas queremos ser la protagonista de nuestra propia historia.

La realidad nos muestra otro panorama. La historia de la plebeya y el príncipe fue vivida por la joven inglesa Diana Spencer, quien convertida en Diana de Gales vivió un "calvario real" en su vida personal. Tuvo dos hermosos hijos pero sufrío la infidelidad desde su luna de miel con una mujer que, aunque era mayor y tenía parecido con la bruja mala, era amada de verdad por el príncipe. La pobre sufrío de transtornos alimentarios y utilizó sus recursos para ayudar a los desposeídos y enfermos de sida, en el fondo ella se sentía - aún siendo joven y bella - más miserable que los parias de este mundo. Lo más terrible es que se divorció y no pudo disfrutar de rehacer su vida. Su príncipe se caso con la mujer que desde siempre adoró, a pesar de las arrugas y las canas.

En el lejano oriente, Masako la princesa japonesa, sufre de una depresión perenne por no haber concebido un hijo varón, y por saber que jamás se reformará la ley sálica para que su pequeña hija Aiko acceda al trono del crisantemo.

Rania de Jordania, considerada una de las princesas mejor vestidas por las revistas del corazón, ha estado más de una vez a punto de divorciarse del Rey Hussein y su famélica estampa evidencia que, muy probablemente, sufre de anorexia nerviosa.

Letizia Ortiz, la princesa periodista y madre de dos hermosas niñas, dejó los noticieros por el amor y el deber a la Corona de España. Las incisivas publicaciones ibéricas no dejan de especular sobre su figura y su alimentación.

Si bien nadie tiene la potestad de inmiscuirse en la vida ajena, o de juzgar a los demás, es evidente que la felicidad pareciera ser incongruente con la realeza. Pareciera que los cuentos de hadas solo quedaran en la ficción y que, tener una corona, real o imaginaria es el indicio más fehaciente de una fragilidad inconmensurable, de una emocionalidad a flor de piel, de una belleza etérea y de una volubilidad permanente.

Por ello, para mí las Verdaderas Princesas son aquellas que luchan por los ideales nobles, que conocen su valía y que no se dejan abatir por los avatares del destino, o las circunstancias de la vida, o los devenires de sus vidas reales, son las que están conscientes de que la felicidad es una decisión personal y no depende de los cambios de humor de un príncipe, o del ciclo menstrual, o de la fase lunar, o de lo que marca la balanza, o de lo que sale en las pantallas y en las revistas, son las que conocen el poder de su fortaleza y de su sensibilidad para cambiar el mundo con delicadeza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

sabes ya habia oio hablar de ee tipo de historias y la verdad que siempre me han impactado bastante, es decir yo como mujer y como dices, cuando era pequena siempre desee tener mi historia de amor con un princepe que me adorara, ahora me doy cuanta de que no todo es como en los cuentos de adas y hay que luchar por lo que quieres, per de todas maneras me ha gustado mucho tu articulo.

atte.
samantha PsS :)

Anónimo dijo...

me ha facinado el articulo, es decir cuando era pequena, siempre desee tener mi historia de amor, ahora se que tengo que luchar por lo que quiero!

Ysabel Velasquez dijo...

Hola Samantha:

Gracias por escribirme y por los cumplidos a mi artículo.

Para lograr cada meta debes tener mucha fuerza, A veces el amor se nos escapa porque no depende de nosotras, es sueño que se consigue con la ayuda de Dios que nos manda al príncipe correcto. En cuanto a la felicidad si depende de nosotras, porque mora en nuestro interior.

Te invito a que revises todo mi blog, sobretodo las entradas más nuevas.

Un abrazo y gracias por escribirme!