Comparten sus dietas extremas, su vida regida por el control de lo que ingieren y sus recetas peligrosas para llegar al tan ansiado objetivo y comen sólo entre 300 y 500 calorías diarias. Han creado un red insospechada con miles de miembros que les brinda un apoyo para continuar su terrible camino hacia la auto destrucción en compañía de las perniciosas “Ana y Mía” (Anorexia y Bulimia) a las que se refieren como amigas, consejeras y hasta diosas.
Quieren volar, ser etéreas y verse realizadas a través de alcanzar una figura esquelética como “el mayor logro de sus vidas” “su única vía hacia la felicidad” “su único interés”, e identifican su hermandad con una pulserita roja. Algunas hasta se cortan para lidiar con su indefensión, mitigar el dolor, el hambre, la depresión y el vacío.
Son féminas -entre 13 y 29 años- que odian y desdeñan su cuerpo, su esencia, su vida y han descuidado su interior por soñar ser la entelequia de los diseñadores y fotógrafos. Están desperdigadas por todo el mundo y en Latinoamérica son un gran contingente. Son las indefensas dueñas de un reino vacío, fatuo, perverso, obsesivo, regido por la culpa y tan fugaz como sus cuerpos que se desvanecen paulatina o violentamente en escarceos perpetuos con la muerte, en una vorágine en la que su salud se resiente indefectiblemente.
Este es su absurdo y peligroso credo:
Creo en el Control, la única fuerza lo suficientemente poderosa para traer orden al caos del mundo en que vivo.
Creo que soy la criatura más débil, imperfecta e inútil que jamás haya existido en este planeta, y que no merezco la atención de nadie.
Creo que la gente que dice lo contrario es gente hipócrita, que jamás me verán con la verdad y que sus comentarios son falsos y superficiales, si me pudieran ver como realmente soy, me odiarían tanto como yo lo hago.
Creo en los deberes y en las necesidades, como reglas irrompibles que determinan mi comportamiento diario.
Creo en la perfección y debo esforzarme para lograrla.
Creo en la salvación mediante el esfuerzo diario para conseguir mis metas, y porque como humana imperfecta cometo errores, debo remediarlos librando de mi cuerpo el pecado de la manera que sea.
Creo en la tabla de calorías como la Biblia que rige mi vida y determina mi bienestar mental, la memorizaré como los mandamientos de Ana mi divina Diosa.
Creo en las básculas como indicadores de mis fracasos y éxitos diarios.
Creo en un infierno frío, que es cruel pero a la vez puro, porque mientras mi cuerpo esté congelado sabré que Ana "La Reina Gélida" esta conmigo, que no hay calorías en mi cuerpo y que estoy purificada.
Ser Delgado es ser bello por lo tanto así debo ser y permanecer. Así quiero que los demás me idolatren.
Una realidad post moderna que genera preocupación en la sociedad mundial, en especial en el ámbito de la moda y la publicidad, innegables industrias reproductoras de los irreales estereotipos de belleza que afectan a estas débiles congéneres. Oliviero Toscani, conocido fotógrafo italiano, famoso por sus transgresores trabajos de Shock Advertising para la firma Benetton se ha traducido la preocupación de la firma de ropa Nolita desplegando en el marco la Semana de la Moda de Milán la aleccionadora campaña que ven arriba. Para ver la noticia completa en El País de España haz Click aquí
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