
Cada meta alcanzada, cada logro obtenido implica un reto más, un nuevo desafío en el largo camino del crecimiento y la evolución.
Hace dos años no hubiera imaginado que pudiera alcanzar este nivel de desarrollo, sabía que tenía el potencial, pero me decía a mi misma que no era lo suficiente buena, esa vocecita saboteadora en mi interior tenía fuerza insospechada y yo parecía muy débil para callarla, pero lo logré!!
Ese perfeccionismo fue mi mayor enemigo por mucho tiempo y lo dejé ir...ahora todo fluye sin tanta presión, ya no hay lágrimas ni frustración, sólo una seguridad que parece imperturbable ante los embates del exterior, he encontrado mi centro, y le doy gracias a Dios por ello.
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