Escribiendo mucho, para las revistas, para mí, la pluma es mi válvula de escape, lo ha sido desde siempre en mis momentos más aciagos.
Gracias a las palabras que me permiten hacer tangibles mis sentimientos estoy mucho más estable, en mi centro, más enfocada que nunca en mis metas, en alcanzar mis sueños.
En blanco sobre negro puedo analizar mi presente, planificar mi futuro, plasmar mi yo sin restricciones y no perder mi norte.
Hoy, con nuevos proyectos y con mucha fuerza puedo decir que soy una versión más madura y consolidada de mi misma y que las cicatrices - aunque están- ya no me molestan, son sólo los vestigios indelebles de las lecciones que me ha tocado aprender.
2 comentarios:
Me alegra saber que afrontas la existencia con renovadas fuerzas y fe. Bien por ti. Aquellas cicatrices son las marcas de todo buen luchador de la vida.
Un abrazo...
Gracias Jorge, que hermosas tus palabras! Tienes toda la razón las cicatrices son inevitables!
Otro abrazo para tí!
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