Hoy podemos ser lo que soñamos, sin límites y restricciones, lo único que nos lo impide es un pesado lastre de prejuicios y preconceptos que arrastramos del pasado. Tememos no poder equilibrar la familia con la profesión, algunas todavía crían a sus hijos varones inculcándoles que deben someter a la mujer y que ellos son los que mandan, no han concienciado que somos iguales en nuestras diferencias y que es imperativo que las nuevas generaciones aprendan a respetarnos como pares, otras tantas sufren en exceso por no tener el cuerpo perfecto y no han asumido que la belleza es más que medidas o números, es proyectar nuestra esencia, otras cuantas no se hayan sin su contraparte masculina y temen a la soledad porque no se conocen, y hasta que no lo hagan a profundidad no podrán amar de verdad. Esas diatribas internas lejos de agobiarnos deben convertirse en retos por superar, para que cada día seamos más felices y evolucionadas, compartiendo el mundo con hombres modernos, que saben que no existen razones para entablar luchas de poder.
Imagen de cortesía de Mujeres Construyendo