Despúes del giro inesperado que dio mi vida hace más de un año y medio, hoy puedo afirmar que me siento más fuerte que nunca, puedo dar pasos hacia adelante sin titubear, estoy consolidando mis metas en el ámbito profesional y el cariño de mis amigos ha logrado que las cicatrices que pensé nunca dejarían de doler ya no ardan, sólo permanezcan como vestigios indelebles de un pasado que modeló mi carácter.
Hoy puedo mirar atrás sin dolor, el bálsamo del perdón me ha sanado, ese remanente de rabia que pensé no podría hacer desaparecer se ha desvanecido por completo, ahora ninguna emoción puede ligarme a ese hombre que...sólo se desdibuja.
Aprendí mil lecciones con este pasaje - no del todo desafortunado- de mi existencia. Aprendí no apresurarme, a saber definitivamente lo que merezco, a conocer mis límites y a que el amor no es como un examen, en el que si estudias puedes lograr la máxima calificación, depende de la decisión de dos, es un compromiso que se renueva cada día, una planta que la alimentan dos personas, es una balanza, en la cual si uno de los dos se descuida, se pierde el equilibrio...es un trabajo en equipo, en el cual el nerd no puede hacer la tarea del otro y encubrirlo.